Hacia finales del siglo XVIII en la ciudad de Valencia se sucedieron planes que trataban de hacer frente a la miseria y pobreza existente fruto de la crisis de la industria y del comercio. Las nuevas condiciones sociales habían dejado tras sí una masa creciente de parados y mendigos que no podían ser absorbidos por la Casa de Misericordia.

Para hacer frente a esta lamentable situación se llevaron a cabo varios planes o proyectos, alguno de ellos frustrados: las sopas económicas de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, la primera Casa de Beneficencia fundada por el capitán general Javier Elío en 1817 y el Elaboratorio de Beneficencia creado por la Junta instituida a instancias del capitán general O’Donell en 1826.

El proyecto del capitán general Elio subsistió hasta que los acontecimiento políticos de 1820 y la muerte de su fundador hicieron decaer el establecimiento hasta casi extinguirlo. Al mismo tiempo la crisis del arte de la seda, industria que ocupaba el mayor número de braceros, dejó a centeneras de familias en la miseria. En el año 1826 arranca, pues, la verdadera fundación de la Casa de Beneficencia. En noviembre de 1827 visitaron los reyes por primera vez este establecimiento y lo declararon bajo su protección. La falta de medios hizo necesario cambiar la forma de organizar el socorro a los pobres, suprimiendo el socorro pecuniario y pasando a convertirse en un asilo.

Según el Reglamento de 1829, art. 1, el objeto de la Real Casa de Beneficencia "es el asilo del artesano menesteroso, donde dirigido religiosamente se le ocupa y socorre con dos sopas diarias, pan y gratificación pecuniaria proporcionada a su trabajo". Pero pronto se transformó, de forma predominante, en un orfanato dándose preferencia a la admisión de niños y niñas entre 7 y 13 años, huérfanos de padre y/o de madre y también de aquellos a los que sus padres no podían atender ni física ni moralmente, siendo este el criterio que prevaleció hasta 1981.

La Casa funcionaba con autonomía tanto orgánica como financiera y el 4 de diciembre de 1827 se aprobó el reglamento interior de Junta de Beneficencia, que era la que la gobernaba. La ley de Beneficencia de 1849, desarrollada por el reglamento de 1852, distinguía entre establecimientos de beneficencia municipales, provinciales y estatales, definiendo la Casa de Beneficencia de Valencia como asilo provincial dependiente de la Diputación. A pesar de ello la Casa siguió rigiéndose de modo autónomo.

Los recursos económicos con los que contaba fueron principalmente las donaciones y suscripciones y la venta de los productos elaborados por los asilados. La Junta obtuvo un impuesto sobre el agua y en 1853 la concesión de una rifa mensual, que se mantuvo hasta 1881. Al hacerse cargo la Diputación de la Casa de Beneficencia, le proporcionó también algunos recursos económicos.

En 1873 la Diputación acordó la instalación de las Hijas de la Caridad en la Casa para ocuparse, sobre todo, de la educación de los niños. Esta orden se mantuvo allí, salvo el paréntesis de la guerra civil, hasta la supresión de la institución en 1981, añpo en el que los nuevos criterios relativos a la asistencia social determinaron que los niños debían estar en pisos atendidos por educadores.

La Casa de Beneficencia se llamó siempre así, exceptuando el período de 1936-1939, en que mediante un acuerdo de la Diputación, pasó a llamarse Instituto de Asistencia Social Maestro Ripoll.