José Iturbi, un joven talento pensionado en música por la Diputación en Paris
Al cumplirse 120 años de su nacimiento, el Archivo de la Diputación de Valencia, da a conocer algunos detalles de los inicios de su meteórica carrera musical.
Cuando pensamos en nuestros maestros de la música del siglo XX, nos viene inmediatamente a la cabeza, el nombre de José Iturbi. El pianista, compositor y director de orquesta valenciano, gozó desde muy corta edad de una popularidad sin precedentes en nuestro país para una figura de la música. Ahora que se cumplen 120 años de su nacimiento, el Archivo de la Diputación de Valencia, da a conocer algunos detalles de los inicios de su carrera.
Iturbi completó sus estudios en el Conservatorio de Música de Valencia en el curso 1909-1910, en los mismos años en los que se daría a conocer entre las autoridades en una serie de recitales ofrecidos con motivo de la Exposición Regional de 1909 y Nacional de 1910.
En estos años de estudio en el Conservatorio de Valencia, el joven Iturbi se ganaba la vida tocando en cafeterías y dando clases de piano.
Anverso y reverso de tarjeta postal dedicada por José (Pepe, para los amigos) Iturbi a sus alumnas Matilde y Enriqueta Ponce Villagrasa, en vísperas de su salida hacia Paris. (Fondo documental de Juan Ponce Parres.)
Entre sus alumnas se encontraban las hijas de Juan Ponce Parres, empresario y gerente de una empresa de fabricación de guitarras, por cuyas clases José Iturbi cobraba 20 pesetas en 1910, y que conocemos gracias al legado documental de Juan Ponce.
Este legado documental de Ponce Parres que incluye un valioso patrimonio fotográfico, buena parte del cual se encuentra en el Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia, retrata la Valencia de principios del siglo XX en la que se enmarca los inicios de Iturbi. Juan Ponce Parres, por su actividad profesional y vida social, apoyó la carrera de José Iturbi en el extranjero, con detalles que ahora conocemos gracias a los documentos inéditos revelados por su nieto Enrique Vicente Santiago Ponce.
José Iturbi rodeado de sus alumnos y alumnas de las clases de piano, antes de la partida hacia Paris. (09/02/1911). En ella se encuentran las hermanas Enriqueta y Matilde Ponce Villagrasa, hijas del autor de la fotografía D. Juan Ponce Parres. (Fondo documental de Juan Ponce Parres.)
El 21 de mayo de 1910, José Iturbi Báguena, cuando contaba con tan sólo 14 años de edad, solicitó una pensión de estudios a la Diputación de Valencia para perfeccionar en el extranjero sus estudios de piano. La Diputación de Valencia que hasta entonces reservaba las pensiones de estudio a las artes plásticas: pintura y escultura, accede a conceder la pensión de estudios en el extranjero para el año 1911, con una cuantía de 2.000 pesetas, con obligación por parte de José Iturbi “de dar audiciones públicas al término de dicha pensión y cuando la Corporación lo señale, cuyos productos podrán destinarse a los Establecimientos Provinciales de Beneficencia”, como refleja la documentación conservada en el Archivo de la Diputación de Valencia.
Instancia de José Iturbi Báguena solicitando una pensión para perfeccionar en el extranjero sus estudios musicales. Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia. E.8.2 caja 17, expediente 4.
En una carta enviada desde París por José Iturbi a su querido amigo Juan Ponce, quien le ayudaría a instalarse en París por medio de su delegado comercial en la capital francesa, éste le pone al corriente de su llegada y primeros días como pensionado. Cuyo contenido se transcribe a continuación:
Cuando estuvimos en Madrid, sabe V. que pasamos por esta capital, con el objeto de que me diese el Sr. Malats algunas lecciones antes de ir a París; no pude hacerlo así, por estar este señor gravemente enfermo, hasta el punto de que se marcha a un pueblecillo cercano con el fin de aliviarse, porque de seguir en Madrid temen los médicos un funesto desenlace.
Llegamos a París a las 5 de la madrugada; la peor hora para aquí (y para todas partes) era todavía de noche. Tomamos un carruaje y nos dirigimos a la rue St. André des Arts; como no dimos el número del hotel al cochero, este nos estuvo paseando por dicha calle cerca de media hora hasta que por fin encontramos nuestra casa provisional. Empezamos a llamar y tras largo rato nos abrió el garçón, el pobre hombre en paños menores porque lo hicimos levantar un poco antes de su costumbre. A las nueve y media de la mañana subió el Sr. Yrla, y se nos ofreció (al leer la carta del Sr. Cortés) en todo y nos acompañó a casa el Sr. Povo; este señor muy amable con nosotros. También fuimos a la casa Pathe y nos dijo el Sr. Mille que había recibido una carta del Sr. Cortés en la cual me recomendaba, pero que todos los acompañamientos los hacían con orquesta, pero que si alguna vez se necesitaba algún pianista, figuraba yo en sitio preferido.
Luego de estar dos veces a buscar a Wanda Lankowska y no encontrarle por estar en Londres dando conciertos, fuimos la tercera y esta vez sí se encontraba en su casa. Nos recibió su esposo y estuvimos hablando de la pensión que me dan, diciéndome que era suficiente para vivir pero nada más y que su esposa hace pagar 40 francos por una hora de lección. Luego salió Mme. Wanda y me hizo tocar una obra de la Iberia de Albeniz gustándole mucho más la interpretación que cuando me la oyó en Valencia (peco algo de inmodesto, pero vamos con V. no me fijo porque le trato como de la familia) y me dijo que me dará una lección semanal gratis. ¿Le parece a V. buena profesora? Hace unos días se marchó a hacer una toúrnee por Alemania y no regresará hasta el 17, día en que me toca a mí lección.
El piano que estudio es marca Gaveau; me cuesta 15 francos mensuales; relativamente bueno. Lo he alquilado por recomendación de un señor pianista de aquí. Además me dijo Wanda Lankowska que me dará una tarjeta para que me dejen estudiar en la Casa Pleyel con un piano de cola de concierto. Si en lo sucesivo necesitase algún otro piano le pediría la recomendación que me ofreció V. momentos antes de marchar ¿Recuerda?
Nuevamente le escribiré.
Dé muchos besos de mi parte a mis queridísimas discípulas Matilde y Enriqueta y les dice que estudien mucho, que cuando yo vaya a Valencia tenemos que dar un concierto a tres pianos, ellas dos y yo, y V. reciba un fuerte abrazo de su verdadero amigo que no le olvida (y por lo tanto no es negligente)
Pepe Iturbi.
Tarjeta de visita de José Iturbi durante su estancia en París como pensionado de la Diputación de Valencia: “Pensionné par le Conseil de Valence”
Tras su traslado a París, necesitó tocar en cafés para ganarse la vida, tal y como solía hacer en su ciudad natal. La prueba de acceso al Conservatorio de París tampoco estuvo exenta de problemas, tras la devolución del comunicado de la fecha de audición por un error en el franqueo de la carta. Presentándose fuera de plazo, accedieron a concederle una plaza específicamente para él, pues las dos plazas para alumnos extranjeros ya estaban adjudicadas, tras oírle tocar en audición extraordinaria.
En el segundo curso de Iturbi en el Conservatorio de París, primer año en el que los extranjeros podían optar a premio, consiguió dicho galardón. Su día a día en París transcurre entre clases de piano y recitales, algunos de los cuales tuvieron lugar en España, como el de 1912 en Bilbao, siendo contratado por la Sociedad Filarmónica de Bilbao.
Prolongará su estancia en París hasta 1914, cuando al inicio de la I Guerra Mundial, se ve obligado a regresar a la capital del Turia. Pero su deseo de residir en Valencia estaba en contraposición con sus inquietudes y ambiciones musicales. En estos años realizará conciertos memorables como el celebrado en el Teatro Principal de Valencia en 1915, en el que se incluía una tercera parte a “dos pianos” con su hermana, la también pianista, Amparo Iturbi.
Portada (cuatro hojas) del programa correspondiente al Concierto de Iturbi el Martes, 19 de Enero de 1915 “Matine Moda”, celebrado en el Teatro Principal de Valencia. (Fondo documental de Juan Ponce Parres.)
Comprendiendo que necesita ampliar sus horizontes, deja Valencia para trasladarse a Zurich para trabajar, buscando cualquier oportunidad para viajar a Ginebra a dar recitales. Le propusieron la cátedra de virtuosismo en el Conservatorio de Ginebra, en la misma época en la que recibía ofertas para tocar en orquestas como las de Lamoureux y Gaveau, proponiéndole instalarse en París y realizar giras en Europa. Iturbi, después de dudar entre mantener su cátedra en Ginebra, manteniendo un sueldo fijo de profesor, o aceptar las ofertas para impulsar su carrera como concertista, decidió arriesgar y comenzó a tocar como solista en los principales países de Europa, antes de trasladarse a los Estados Unidos en 1929 dándose a conocer en todo el Mundo, ya como director de orquesta, y convirtiéndose en la figura de fama mundial que hoy conocemos.